lunes, agosto 31, 2009

SUBSISTENCIA.








El primer día que pisé Aniak y David nos trajo a su casa, me quedé alucinada de verle amasando pan. Aquí muchas personas practican la subsistencia, como antaño. Se come lo que se caza y lo que se pesca e indiscutiblemente esto es lo más sostenible y ecológico en este rincón del mundo, teniendo en cuenta que con este tipo de alimentación no intervienen aviones, ni es necesario abrir carreteras, no hacen falta los transportes ni el petróleo, añadiendo además a todo esto, que la agricultura es tarea imposible por las bajas temperaturas de estos territorios, por lo que todo tiene su sentido.

El alce, por ejemplo, sólo se caza durante el mes de Septiembre y fuera de temporada está prohibido. Se permite cazar un alce por familia y previa solicitud de una autorización. Caza controlada. Los alces parecen saber muy bien cuál es el mes crítico para sus vidas y según nos contaban, el 1 de septiembre desaparecen, salen corriendo como alma que lleva el diablo, y vete tú a buscarlos por esos bosques dejados de la mano de Dios.

La actividad en verano es frenética, es una preparación constante para el invierno. Pescar, buscar frutas silvestres para hacer mermelada, preparar el congelador y la despensa, hacer conservas con las cuatro verduras que crecen en la huerta o en el invernadero durante los dos meses que dura el verano. Es todo realmente interesante y se aprende a valorar cada cosa que te llevas a la boca.

La caza. Las pieles. Aquí entiendo que se utilicen. Para empezar esto no es una granja de esas crueles y espantosas en las que matan a los animales en masa de un modo absolutamente despiadado y cruel. Aquí se mata para comer, así de simple, y todo cobra cierto sentido una vez te lo explican y lo ves.

Los Yup´ik creen que cuando un animal se te cruza, se te ofrece. De este modo se agradece el alimento y se aprovecha en su totalidad, no sólo la carne, también la piel, y se considera una ofrenda. No se entiende el matar por matar. Se honra al animal y se aprovecha todo de él, se le da un sentido a esta muerte. Luego se comparte. La cultura Yup´ik ofrece primero todo lo que se consigue a los ancianos, la carne y la piel para que hagan las prendas para soportar el frío invierno que puede llegar a alcanzar los 50 bajo cero. Nuestras ropas de goretex, por buenas que sean, se quedan cortas aquí. La piel no. Así que para empezar se mata para comer, sólo para comer, bajo control, y de paso se aprovecha todo, hasta la piel. Me parece ético.

A mi la cultura Yup´ik me inspira bastante respeto, por lo menos lo que se entiende por cultura Yup´ik, porque muchas cosas están cambiando. A los elders, por ejemplo, los miro con admiración, porque han sobrevivido a condiciones climáticas extremadamente duras y adversas, viéndose obligados a depender totalmente de la naturaleza salvaje que hay por estas tierras del norte.

Ahora ya queda poco de esta cultura, quizás los ancianos sigan teniéndola presente, pero hay muchos factores que han transformado la espiritualidad en algo que se le aproxima poco, la verdad. De esto haré más adelante un post.

Y todo este rollo para contaros que quise contribuir a mi propia alimentación pescando un salmón, y que, afortunadamente, soy malísima para pescar y eso me ahorró la llantina que seguro me hubiera dado por dar muerte al pez. Teniendo en cuenta que además, como ellos, nado muchas veces contracorriente, me hubiera costado lo mio. Lo de matar con mis propias manos no me resulta nada sencillo. El caso es que si tuviera que vivir aquí, poco tendría que llevarme a la boca como no me espabilara en estos terrenos.

5 comentarios:

Acróbata dijo...

Yo no tendría paciencia para pescar ni cazar... a mí que me lo pongan directamente en el plato. ;)

fermin dijo...

Ellos viven en comunión con la naturaleza, lógico es,que de ella tomen lo que necesitan para subsistir. Uno, que creció en un ambiente rural, donde el corral era fuente de suministros proteínicos, vio, y ayudó en muchas ocasiones, el sacrificio de animales. Hoy, treinta y tantos años después... no, no me veo capaz.
Preciosas fotos, interesantes experiencias.
Un saludo.

Lorena dijo...

Acróbata: Yo tampoco, pero cuando no queda otra...

Fermin: Gracias por el comentario, comprendo perfectamente ese cambio de "antes podía y ahora me sería imposible", es que no es tarea fácil¿verdad?.

Perdonar el retraso¿eh?, que no tengo siempre internet, aunque tenga el blog programado. Besotes!!!

Anónimo dijo...

HOla Lorena, somos Santi y Carol. Son muy bonitas las fotos y el sitio parece verdaderamente inhòspito. Me ha gustado lo que dices de que la muerte del animal cobra un sentido cuando es para comer o vestirse, por necesidad. Debemos recordar eso tambien aqui en nuestra sociedad moderna donde no debemos cazar nosotros mismos. De ahi lo importante de consumir unicamente lo que se necesita. Tampoco puedo aceptar la caza como deporte. Un abrazo.

Lorena dijo...

Santi y Carol: ¡Holaaaaaaaaaaaaaa!, ¡menuda sorpresa!!!. Bueno, la verdad es que muchas cosas se ven diferentes en un lugar así. Esto merece una larga conversación porque la experiencia ha sido para escribir un libro. Los nativos no entienden la muerte por puro placer. Ellos no conciben que alguien mate un oso y deje 200 kilos de carne abandonados en el monte, sólo por el placer de hacerse la foto con el oso muerto. El alce se caza sólo este mes, pero todos se quejan de que el alce sabe que este es un mal mes para ellos y se pierden en las zonas más profundas de Alaska, donde el hombre no ha pisado jamás. Si fuera de temporada se tuviera que matar a un animal en defensa propia, los troopers, que son la poli de allí, estudiarían primero si el disparo es justificado y si se considera que si, ese animal sería repartido entre los elder, su carne y su piel para coser guantes o abrigos para el invierno. Una pasada pero para profundizar y mucho, es largo y complicado de contar por aquí, así que repetiremos cenita vegetariana dentro de poco¿no?, o a ver si podeis veniros de finde al pueblo y cambiamos de escenarios, con los niños incluidos claro. Muchos besines!!!